Derritiente para todos los colores

09.02.2024 – 06.04.2024

Real Fábrica de Loza y Porcelana del Conde de Aranda, L’Alcora, Castellón, Valencia.

 «Se toman tres partes de la piedra calcinada, tres partes de minio; todo esto derretido se echa sobre una piedra y queda hecho» (Escrivá de Romaní, 1945, pp. 252).

 Me considero un intruso en este lugar. La fábrica, en un principio, me rechazó; caí enfermo y me costó mucho empezar a explorar. Días después, al haber superado este impase físico, creo que me dejó en paz. Aunque luego me recordó que todo podía caerme en la cabeza.

L’Alcora, noviembre de 2023

«No se saque de la Fábrica los materiales que hubieren entrado en ella, si no es fabricados. Ordenamos que, habiendo entrado algún material dentro de nuestra Fábrica, no pueda salir sino está fabricado, por ningún motivo, ni aun el de molerse, o cocerse fuera, para cuyo fin queremos haya dentro de las puertas de nuestra Fábrica las oficinas necesarias, y por falta de estas, no se recurra a otras» (Escrivá de Romaní, 1945, pp. 284-285).

Solo se trabajó en la parte de Tilesa. Tilesa viene de «tiles», azulejos en inglés. Tilesa fue el último guardián de lo que quedaba de la Real Fábrica del Conde de Aranda. Poco a poco, ha ido aceptando mi presencia en el lugar, y empiezo a escuchar lo que trata de comunicar. En la fábrica hay muchas cosas: azulejos rotos, pintados, sin pintar, azules, rojos, amarillos, verdes, con estampaciones, en crudo, esmaltes y engobes por doquier, hornos rotos y techos caídos. Entra la luz del sol por agujeros, y las piscinas de esmalte tienen nombres como «verde avocado» o «negro Texas». Tilesa dejó todo atrás. La historia se detuvo, pero ahora empieza a mutar. A veces, la cerámica es un juego con el tiempo. En ella, se sintetizan procesos geológicos de millones de años en tan solo unas horas, y también se congelan momentos e historias. El tiempo se vuelve sólido y todo termina siendo parte del paisaje y piedras en el bolsillo. L’Alcora está construida sobre L’Alcora y Tilesa sobre la Real Fábrica. El pasado se acumula en bancales y bajo el suelo. Algo hizo que todos se fueran y dejaran a su paso restos, que no son basura, sino más bien oro. Colores y más colores en la penumbra de un lugar que quiere hablar y diluir su historia para poder ser leída.

«Pena para los que adulteren la Fábrica. Mandamos que, si alguna persona de dentro o fuera de la Fábrica, con poco temor de Dios, conspirase para adulterar la Fábrica, ya sea procurando que la loza o fayenza no salga de tanta fineza, o bien que se pierdan los barnices trabajados, o alguna hornada, o cualquier otra cosa maliciosamente, convencido de su delito, se le castigue con la pena de 200 azotes irremisiblemente, y si hubiere sucedido el daño, deba pagar todo el perjuicio causado» (Escrivá de Romaní, 1945, pp. 271).

Pido perdón por romper las antiguas ordenanzas de la Real Fábrica y espero que ningún conjuro caiga sobre mí y las obras. Aquí todo ha sido producido, derretido, alterado y corrompido con lo que se pudo encontrar en los vestigios de un lugar que se encuentra en proceso de volver a ser, por lo menos una parte en apariencia.

Javier Bravo de Rueda

Bibliografía: ESCRIVÁ DE ROMANÍ y de LA QUINTANA, Manuel, Conde de Casal. Historia de la Cerámica de Alcora. 400 pp., 2da. Edición. Madrid. Aldus S.A. 1945.

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