Paréntesis: un ritmo interior

09.06.2023 – 31.07.2023

Una de las dimensiones del arte contemporáneo se centra en la relacionalidad del objeto y la aproximación de este con el público. A través de una serie de coordenadas, materiales y vivenciales, se abre un campo de posibilidades, cuya composición atiende a las intenciones del encuentro. Pensar como piensan los artistas Marcolina Dipierro y José Antonio Orts, nos lleva a considerar las múltiples formas en las que el objeto, escultórico y electrónico, crea el vínculo, potencia y acción de una situación perceptiva y afectiva.
En un plano, que es la pared blanca, resalta el acero inoxidable, el aluminio, acompañado por un sensor que conecta con el espectador, un haz de luz, un trocito de cuerina engomada, un lazo rojo centra la atención, rompiendo la composición geométrica y destacando el enlace, la fusión entre artista, obra y visitante, que, por un momento, devienen juntos una unión, conectados por un juego compartido, en el que los tres se reconocen partícipes de la misma ubicación. Orts habla de circuitos y funciones que igualan las formas, de tubitos fotosensibles que captan el movimiento del aire y la luz ambiental trasladando estos inputs a las fosforescencias de la luz y el color. Marcolina combina la tensión entre materiales de distintos orígenes, piensa el ensamblaje con humor, casi como una resonancia del objeto poético, aún encontrando en lo formal una capacidad de acción contenida, de sugerencia de lo posible, sea este un ruido o un silencio contenido en el vacío interior. En ambos, hay acumulado el legado del minimalismo y de lo lúdico, vectores que han determinado el interés por la situación del encuentro entre obra y público, para cuestionar cómo percibimos, como nos relacionamos con el entorno y con los otros, ya sean objetos o cuerpos, y como estas pautas asumidas, establecidas, normativas, pueden ser alteradas por el vínculo, acción, interacción, e intuición. Orts hizo juguetes, y esa animación del objeto sigue vigente en su obra, Marcolina trata sus piezas con el cuidado de la artesana, de quien conoce el ritmo del material.
En esta realidad que nos ha tocado vivir, entramado confuso de relaciones co-dependientes, y estandarización de los comportamientos humanos, como si fueran también productos globalizados, lo extraño se nos hace incomodo, y preferimos la seguridad de lo repetido, antes de intentar una transformación profunda de las dinámicas de dominación, que llevan en su sí, la explotación y la corrupción. ¿Hay otra forma de relacionarse? He ahí, la potencialidad de las esculturas de Marcolina y Orts, que buscan en la atención de lo relacional, un vínculo igualitario, poético, lúdico, cuya radicalidad abre un proceso, un acercamiento, en la que todo puede ser diferente.

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