Estructuras constantes

25.11.2022 – 20.01.2023

Estructuras constantes confluye en un encuentro espacial de volúmenes y planos, el nombre de la exposición ha sido importado de la teoría y armonía del jazz y la música popular. Se refiere a una progresión consecutiva de acordes con diferentes notas de raíz que une tonos dispares en una entidad cohesiva.

Una perspectiva musical trascendida y superada en la forma. Desde el proceso de vaciar para conseguir que el vacío llene la obra, que la emoción llegue sin necesidad de explicación. Del arte que emociona sin explicarse, y del que necesita una explicación para emocionar. En Estructura constante vamos a hablar del arte sereno, y del que se ubica del lado de la búsqueda permanente; de lo crítico, de mirar y sentir, de sentir y emocionarse. De la creación como encuentro: aproximación, lectura y reflexión.

Dos artistas: Amparo Tormo (Valencia 1960) y Leo Burge (Londres 1991), se encuentran en un sugerente diálogo, en un acorde inspirador donde las percepciones de ambas realidades estéticas son confrontadas, permitiéndonos comparar y reflexionar las prácticas artísticas de ambos, así como las injerencias del lenguaje entre las generaciones y los universos que los unen y los separan.
La apuesta consiste en reflexionar sobre el encuentro y comprobar que existen trabajos que se aproximan entre sí – de un modo no jerárquico ni lineal –, estableciendo diálogos por sí mismos.
De allí este juego intemporal de correspondencia simbólica o visual, donde pueden casi verse, en un ritmo de constantes estructuras, procesos y transformaciones, distintas formas de abordar los mismos tópicos como la pervivencia de esquemas, materiales o temáticas. La luz y las sombras nos inducen a la observación, a un análisis de lo esencial; a reducir elementos en una búsqueda de armonía, interrogando los limites de la capacidad sensitiva y expresiva de los materiales, con rigor, con perfección… nos lleva a toparnos con cambios lentos que confieren claridad, precisión y objetividad a la obra, logrando así una lógica composición de elementos, si bien singularmente estructurada.

En el recorrido por la exposición, la línea nos va guiando por la extensión de la sala, la surca y la interrumpe, como si de un acorde se tratara.
Las obras funcionan como sonidos y armonías en el espacio, unas susurran, otras golpean en un legato, mientras el espectador deambula, entre pliegues y estructuras, sombras y luces que vacilan alrededor del plano, como si fueran armónicos que suben y bajan para lograr una melodía.

La voz de Leo Burge se cruza con el murmullo de Amparo Tormo, la una con la otra, la otra con la una. Una sucesión de planos, líneas, huellas, rastros y sombras entre volúmenes que nos presentan lo invisible como relato, donde no hay precisamente “relato”.
Una estructura constante como resultado o fuga, una armonía perfecta, imposible de atrapar.
Estructuras constantes esta dispuesta como intervalos del jazz, las obras de Leo Burge y Amparo Tormo consiguen momentos de disonancia y armonía a través de la repetición y la variación en serie, la contraposición de dos o más miradas y lo que de ellas emerge como representación. El uso de materiales robustos e industriales por los artistas a menudo entra en conflicto con la ligereza y fragilidad etérea que encarnan sus obras, una dicotomía siempre presente en este pentagrama, desde el minimalismo, al arte procesual. Vemos como se articulan, confluyen en formas destiladas, atmósferas y texturas que nos invitan a tomar- nos nuestro tiempo y contemplar esta puesta en escena.

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